Nadie diga: de esta agua no he de beber

Te has dado cuenta que las veces que has visto acciones en otros fuera de las "reglas de conducta" que la sociedad (para ser más precisos, la religión) ha impuesto, dices... yo jamás lo haría?

Si no es así, déjame confesarte que yo he sido una de los tantos idiotas que lo ha dicho.
"Ninguno está libre de que le suceda lo que a otro" Esto es algo que he aprendido con gruesas gotas de lágrimas. Me he dado cuenta que he sido juzgona en muchos aspectos, simplemente me creí diferente y "pura" si se puede llamar así.

Las creencias inculcadas metidas en mi conciencia y hasta lo último de mis membranas, me ha creado una fantasía que no me dejaba pisar la tierra en que irónicamente vivía. Poco a poco fui despertando de ese letargo, pero cuando trataba de salir de esas enredadas capas que me envolvían, una vez más me encontraba tendida y resignada a vivir así, pensaba: es el precio de haber nacido en este entorno.

Pero, esta vez me armé de fuerza y estoy afuera, quizás con muchos problemas con la gente que convivo y con los que frecuentaba, pues, la nueva YO no le gusta a la gente, y los entiendo, pues yo sé lo que están pensando: ¡yo jamás lo haría!

A todos ellos les digo un refrancito que se escucha por ahí "Nadie diga: de esta agua no he de beber" pues tarde o temprano terminarás haciéndolo.

Lo que yo ahora vivo y estoy experimentando, es la libertad de mi vida, rompí todos aquellos paradigmas que retenían todos los potenciales que tengo. No me avergüenzo de haber cambiado, después de 20 años de incertidumbre de mi futuro, esperando una luz que me guie, encontré la propia luz de mi destino y se llama éxito. Voy hacia ello. De lo único que me avergüenzo es de haber dicho que jamás lo haría, sin darme cuenta que era la decisión que cambiaria el rumbo de mi vida.